Un parisino viaja a Barcelona para participar de un intercambio universitario. Allí debe compartir un departamento con otros seis compañeros procedentes de distintos países de Europa: un alemán aplicado y estudioso, una inglesa obsesiva y pulcra, un italiano rabioso y temperamental, un danés apático, una española efusiva y barullera y una belga lesbiana. Las diferencias en el grupo son evidentes y la convivencia se torna insoportable, pero aun así logran salir adelante.
Esto, que en realidad es el plot del desopilante film francés «Piso compartido», protagonizado por la bella Tatou Audrey (la inolvidable «Amelie») y Defrance Cecile, bien podría suceder en cualquier departamento de Buenos Aires, desde que decenas de extranjeros la eligen año a año como su lugar de residencia. La experiencia de conocer otro país, vivir solos y estar en contacto con otra cultura es el denominador común de estos «trotamundos».
«El compartir un departamento es la única alternativa que tenemos la mayoría de los que llegamos desde otro país, pues no contamos con los papeles necesarios (garantías) para entrar en el sistema tradicional de alquileres», dice Hasmel, un colombiano de 31 años que en unas semanas abrirá su propia agencia de turismo en la zona del microcentro porteño.
Presente y futuro
Es cierto que ya no hay resabios de la época del dos por uno para los turistas foráneos. Aquellos años posdevaluación 2001, cuando compraban sin consultar los precios y se llevaban todo por duplicado. Si bien el cambio todavía les favorece, aquellos que conocieron primero la Argentina «del remate», luego descubrieron un país distinto. Una tierra que se fue consolidando como destino turístico ya no por ser un lugar «regalado» sino por sus incontables atractivos, sus servicios, sus paisajes, su cultura, su historia, su gente. Un país que con los años se convirtió (como había ocurrido en el siglo pasado) en cuna de estudiantes universitarios extranjeros y de turistas foráneos en general.
«Hoy, al igual que hace diez años, las calles, los bares, todos los espacios de la Ciudad de Buenos Aires están repletos de extranjeros. Pero el perfil del turista cambió radicalmente. Y más allá de que la mayoría viene por poco tiempo a conocer la Argentina turística, cada vez somos más los que apostamos por el país y pensamos más en largo plazo». La confesión es de Rhianne, una norteamericana que llegó por primera vez junto a sus padres en septiembre de 2003 y dos años más tarde decidió regresar para estudiar español. «Nunca más me fui. Llevo seis años y tengo mi vida aquí. Me recibí hace unos meses de licenciada en Relaciones Internacionales. Tengo un buen puesto en una conocida empresa y en mis tiempos libres doy clases de apoyo de inglés a estudiantes secundarios».
La casa propia
Rhianne compartió con una francesa un monoambiente en San Telmo durante dos años. Luego se mudó a Almagro, a una vieja casona reciclada junto a dos franceses, un brasileño y tres alemanes. «Siempre llegaba un compañero nuevo procedente de algún lugar distinto», aclara la joven que con el tiempo pudo comprar su propio departamento en Recoleta. «Es un proceso lógico que se repite entre los extranjeros que venimos con la idea de quedarnos. Nos conviene, y no deja de ser una inversión en un país donde el ladrillo cotiza en alza».
Como Rhianne, el grueso de los extranjeros que llega a Buenos Aires con vistas a quedarse por un tiempo primero se vuelca al segmento de los alquileres compartidos. «Compartir gastos entre varios se fue haciendo habitual entre los turistas internacionales», aclara Jorgelina Young, socia fundadora de Buenos Aires Travel Rent, empresa dedicada al alquiler temporario de departamentos amueblados.
También al igual que Rhianne, un gran número de extranjeros decide comprar una propiedad. «El tipo de cambio sigue siendo tentador. Claramente los beneficia. Si agregamos a esto que el valor del metro cuadrado es más bajo que en sus países de residencia, que tienen servicios e impuestos menos onerosos, que encuentran muy buenas posibilidades de inversión y que con el aumento constante del turismo en Buenos Aires -teniéndolo alquilado aunque sea una semana al mes- la propiedad se les mantiene sola, el negocio cierra», aclara Young.
En coincidencia con Young, Andrea Valdés afirma: «Es realmente curioso que muchos llegaron como turistas en busca de tango y vino, a una Buenos Aires idealizada como película del 50 en blanco y negro, y descubrieron la verdadera urbe cosmopolita, planificada y desarrollada, diferente a otras ciudades latinoamericanas y parecida a las de otras latitudes», dice la titular de Valdés Bienes Raíces.
Respecto del perfil de cliente, la asesora inmobiliaria aclara que «hay dos bien diferenciados: están los que buscan departamentos pequeños y tradicionales, en ubicaciones cercanas a universidades receptoras de alumnos latinoamericanos como Palermo o Belgrano. En su mayoría son unidades de entre 40 y 70 m², y los valores arrancan desde u$s 80.000. También están los que se interesan por ubicaciones top como Puerto Madero, o torres a estrenar con todos los amenities, seguridad, en pisos altos y en lo posible con cochera. Son en su mayoría unidades de entre 60 y 100 m², y los valores tienen un piso de u$s 150.000», sentencia Valdés.
Como un argentino más
Javier es español. Vino a Buenos Aires en 2008 y ese mismo año decidió volver y radicarse definitivamente. «Es increíble cómo me cambió la forma de sentir, de vivir Buenos Aires. Hoy soy un argentino más. En tres años incorporé el idioma, los sabores autóctonos como el mate o el dulce de leche y la gastronomía en general. Incorporé hábitos y costumbres. Ya no siento ese trato diferenciado que uno tiene cuando viene por primera vez y se sabe realmente un turista. Y lo mejor es que los argentinos me hacen sentir uno más», considera el joven de 22 años nacido en Valencia, aunque vivió la mayor parte de su adolescencia en Madrid.
«La gran diferencia la noto cuando retiro el dinero que todos los meses me depositan mis padres en el banco. El dólar sigue siendo una moneda fuerte en relación con el peso argentino. La idea es recibirme el año que viene (estudia fotografía) y no depender más de la ayuda de mi familia». Javier vive en un segundo piso por escalera de un departamento que compraron sus padres en Palermo Soho. «Alquilé el primer año un monoambiente amueblado y después salió la oportunidad de comprar», aclara.
Alquilar un departamento amueblado oscila entre 700 y 1.000 dólares mensuales un monoambiente (para dos personas); entre 900 y 1.400 dólares un dos ambientes (para cuatro personas); y entre 1.300 y 1.700 dólares un tres ambientes (para seis personas). En general, el alquiler incluye muebles, ropa blanca, impuestos, expensas, servicio de cable e internet y limpieza una vez por semana.
A pesar del auge de esta modalidad de alojamiento, este segmento aún no forma parte de las estadísticas oficiales que da la Subsecretaría de Turismo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El dato que surge de informes de esa cartera es que el 86 por ciento de los turistas que viven en «alojamientos alternativos» son extranjeros. Esa denominación comprende a hostels y bed & breakfast. El 14 por ciento restante corresponde al grupo de turistas del interior del país. En cuanto a la procedencia de los visitantes foráneos, se advierte un aumento en el arribo de estadounidenses, australianos y fundamentalmente de jóvenes oriundos de países europeos, principalmente ingleses, holandeses, alemanes, españoles y franceses.
El dato curioso en el mercado de alquileres temporarios es que un gran porcentaje de los departamentos pertenecen a dueños extranjeros. «Generalmente en un primer viaje establecen contacto con un profesional local, seguramente relacionado con turismo o bienes raíces, que los asesora en su posible inversión. Luego mantienen el contacto a través de internet, enviándoles datos, fotos, planos, mapas y precios», afirma Andrea Valdés.
«Antes de realizar la compra consultan sobre los barrios que más se alquilan en forma temporal y cuáles son los más seguros. Para este tipo de alquileres nosotros recomendamos barrios como Recoleta o Palermo, departamentos pequeños y en lo posible con servicios (seguridad 24 horas, laundry, pileta, etc.). La ubicación del inmueble y las comodidades que ofrezca son de suma importancia al momento de alquilar», afirma Jorgelina Young y agrega: «En el caso de nuestros clientes, siempre han sido primero inquilinos. Han venido a nuestra ciudad un par de veces antes y luego de comprar nos han vuelto a contactar para entregar la propiedad en alquiler».
FUENTE: AMBITO.COM